La película de Volker Schlöndorff (1966), basada en la novela de Robert Musil “Las tribulaciones del estudiante Törless” (Die Verwirrungen des Zöglings Törleßes) explora el problema ético del mal a través de las relaciones entre cuatro alumnos y su entorno en un internado austro-húngaro de principios del siglo pasado.
La trama argumental se estructura a través de Törless, un estudiante adolescente recién llegado al internado, que hastiado por el tedio de la rutina cotidiana se relaciona con Beineberg y Reiting. Basini es otro estudiante que fruto de su descontrol en el juego contrae una deuda con Reiting que no puede devolver. Aquí comienza el principio de los problemas de Basini, ya que Reiting exige el dominio completo de éste al no serle devuelto el dinero. Basini, al no encontrar a nadie que le preste el dinero opta por robárselo a otro compañero, Beineberg, pero al quedar delatado por la incapacidad de explicar la forma en la que consiguió el dinero empeora su problema. Ahora no sólo le debe dinero a Reiting sino que además queda declarado entre este círculo de amigos que ha robado dinero a Beineberg y este ya ni reclama el dinero como hizo Reiting, lo que hace es usar su nueva posición de dominación respecto a Basini para torturarlo como Reiting pero con otras motivaciones.
Beineberg es un dominador mucho más sutil que Reiting y sobre todo tiene otros fines. Aunque ambos torturan por el placer de hacerlo en Beineberg hay una necesidad de hallar el sentido del la existencia, cosa que hace descendiendo a las zonas más miserables de la condición humana a través de su relación de dominación con Basini. Törless, que también busca respuestas en su vida, es testigo impasible de la tortura de Reiting y Beineberg sobre Basini. Deja que los hechos sucedan sin denunciarlos ni inmiscuirse para contemplar todo a modo de experimento. Para él ver lo que va sucediendo es una explicación más satisfactoria que la que consigue en las lecciones de clase y le sirve para resolver sus inquietudes de cómo está configurado el mundo. Aunque Basini es un estudiante más para todo el mundo (Törless incluido), lo cierto es que tiene algunas características que se van mostrando a lo largo de la película que lo delatan como un estudiante distinto. Podríamos pensar que la anécdota de la apuesta jugando a las cartas es una casualidad pero no lo es tanto. Cuando es humillado en el gimnasio leen una carta que le ha escrito su madre y que los otros estudiantes han robado amparados en que a estas alturas ya es de dominio público que Basini es un ladrón. En la carta se dan varios datos muy importantes. Primero que Basini es huérfano y segundo que la madre, debido a su condición de viuda, se ve obligada a restringirle el dinero que le puede dejar. Además es notorio que estos hechos, y el que vengan de una carta de su madre que ha sido robada, son muy importantes para Basini porque es la única vez que hace frente a las burlas que ha estado recibiendo e intenta cambiar su rol sumiso. Increpa y salta a por la carta pero lógicamente sin posibilidades. A esas alturas es objeto del desprecio de todos sus compañeros que además lo rodean y lo torturan en esa escena. Basini también vive en una especie de presente constante que va ligado a su falta de capacidad conceptual, él sólo busca sentirse bien. Si se sintió mal en el pasado ya no importa si en el presente se siente bien, y si se sintió bien en el pasado tampoco importa si en presente se está sintiendo mal. Este dejarse llevar por lo placentero (posible origen de un carácter tendente a las adicciones) hace que no sepa controlarse en la partida de cartas y apueste cantidades que no puede asumir. Quizás aquí tengamos un indicio de origen de ludopatía con esta tendencia. Muy posiblemente ser huérfano ha condicionado el carácter de Basini que es opuesto al de Törless en cuanto a la forma de enfrentar el sufrimiento, el primero se deja llevar esperando tiempos mejores pero el segundo hace distinciones morales y conforma su concepción del mundo conforme a la miseria que contempla. Esta antítesis queda remarcada en la escena en que Törless, después de asistir a las torturas que le hacen a Basini, decide hablar con él en privado para intentar comprender cómo soporta hechos tan graves.“Cuando te escupen, cuando te hacen ladrar. ¿Qué piensas? ¿No se rompe la imagen que tienes de ti mismo? ¿No se rompe algo?” le dice un desesperado Törless a Basini. Pero Basini no tiene respuestas, simplemente procura estar bien sin hacer distinciones conceptuales. Responde que en un momento hay dolor y luego no lo hay, no existe nada más para él. Esta carencia de capacidad de valoración de los hechos hace que también pueda ser un ladrón sin que ello suponga nada. Simplemente lo hizo porque lo necesitaba. No le cambió nada ni le supuso nada como persona. Vive en un presente continuo.Beineberg, además de Törless, es posiblemente de lo más interesante en cuanto a personajes en la película. Es un verdadero sádico que llega a la historia después de que Basini ha comenzado su espiral de tortura, así que sólo debe dejarse llevar por la marea para dar rienda suelta a sus instintos más básicos. Como sádico que es Beineberg funciona en cuanto puede someter a alguien. El sadismo es una simbiosis patológica en la que a través de una relación de dominación se obtiene placer y significado. Significado de la existencia es precisamente lo que también busca Törless y esto que lo une a Beineberg. Törless queda perplejo en la clase de matemáticas frente a la existencia de los números imaginarios, unos números que no existen y que, sin embargo, mediante los cuales se pueden hacer operaciones matemáticas que den como resultado la construcción de un puente real. Aunque las inquietudes de Törless no quedan satisfechas por las conformistas explicaciones de su profesor, que en lugar de intentar explicar las matemáticas las declara como un acto de fe o un sentimiento que debemos asumir sin más, éstas sí que tienen eco en Beineberg que se solidariza con Törless en su inquietud y responde con desprecio hacia las respuestas de los decrépitos estamentos que representa el profesor. Beineberg también busca un sentido a su existencia como Törless pero la diferencia es que él intenta resolverlo mediante la violencia y Törless mediante el pensamiento. Para alcanzar el grado de sadismo tan alto que tiene Beineberg a tan pronta edad hay que recibir mucho odio y ese odio deja vacía a la persona receptora. El resultado es que el vacío de Beineberg le acarrea falta de sentido de su existencia y para resolverlo opta por dar rienda suelta a toda la rabia que lleva dentro a través de la dominación de Basini. Evidentemente en Beineberg está representada una ideología similar la época nazi de la Alemania de Hitler. El desprecio por los débiles, el menosprecio de los sentimientos “bajos”, o incluso el intentar extraer el significado de la vida diseccionándola. La vida no se comprende por tijeretazos, pero en la Alemania nazi había tanto rencor por la situación social del momento como en la cabeza de Beineberg y en ambos había una necesidad de formar una ideología que justificase la existencia debido al vacío existente por tanta rabia acumulada. Después de todo no son tan distintos los experimentos “científicos” nazis y el afán “didáctico” de Beineberg respecto a Basini. Beineberg: "Quiero sacar experiencia de esto”. “Lo que pretendo es pura ascética. Para elevarnos por encima del mundo debemos matar lo que nos convierte en esclavos de la vida. Los sentimientos por ejemplo. […] La compasión es un sentimiento superfluo en este caso. Un despilfarro de la fuerza vital. Mataré en mí esos sentimientos superfluos” Beineberg: "Se ha acostumbrado a obedecernos y ya no le importa. Debemos ir más allá. Törless: ¿Humillarle aun más? B: Saber hasta dónde podemos llegar.(este último fragmento corresponde a lo que se ve en el siguiente estracto de la película)
B: ¿Recuerdas la conversación sobre los números imaginarios? Esto nos ayudará a traspasar los límites de nuestra mente. […] Esa fuerza que mantiene la lógica a pesar de todas las lagunas es lo que yo llamo el alma. Y quiero hacer salir a luz el alma de Basini”.
Finalmente Törless escapa del internado después de que Basini es torturado por toda la clase. Su sentimiento de asco es tan grande que esta vez no puede terminar con la situación, como en la escena en que mata un ratón moribundo que estaba siendo torturado por sus compañeros. Ahora sale corriendo angustiado por lo que ve. Cuando declara frente al consejo escolar expone lo que ha supuesto para él la experiencia de lo que le ha ocurrido a Basini. “Basini era un alumno corriente, una persona normal. Y de repente cayó. […] Tuve que reconocer que el ser humano no ha sido creado bueno o malo. Cambiamos permanentemente. Sólo existimos en nuestros actos. Pero si podemos convertirnos tanto en torturadores como en animal sacrificado todo es posible. Entonces las cosas más terribles son posibles. No existe un mundo bueno y uno malo. Uno es continuación de otro y las personas normales pueden realizar barbaridades.” El problema de la existencia del mal y la desconfianza respecto a un mundo que no conoce ya han que anidados en el cerebro del adolescente Törless.
La trama argumental se estructura a través de Törless, un estudiante adolescente recién llegado al internado, que hastiado por el tedio de la rutina cotidiana se relaciona con Beineberg y Reiting. Basini es otro estudiante que fruto de su descontrol en el juego contrae una deuda con Reiting que no puede devolver. Aquí comienza el principio de los problemas de Basini, ya que Reiting exige el dominio completo de éste al no serle devuelto el dinero. Basini, al no encontrar a nadie que le preste el dinero opta por robárselo a otro compañero, Beineberg, pero al quedar delatado por la incapacidad de explicar la forma en la que consiguió el dinero empeora su problema. Ahora no sólo le debe dinero a Reiting sino que además queda declarado entre este círculo de amigos que ha robado dinero a Beineberg y este ya ni reclama el dinero como hizo Reiting, lo que hace es usar su nueva posición de dominación respecto a Basini para torturarlo como Reiting pero con otras motivaciones.
Beineberg es un dominador mucho más sutil que Reiting y sobre todo tiene otros fines. Aunque ambos torturan por el placer de hacerlo en Beineberg hay una necesidad de hallar el sentido del la existencia, cosa que hace descendiendo a las zonas más miserables de la condición humana a través de su relación de dominación con Basini. Törless, que también busca respuestas en su vida, es testigo impasible de la tortura de Reiting y Beineberg sobre Basini. Deja que los hechos sucedan sin denunciarlos ni inmiscuirse para contemplar todo a modo de experimento. Para él ver lo que va sucediendo es una explicación más satisfactoria que la que consigue en las lecciones de clase y le sirve para resolver sus inquietudes de cómo está configurado el mundo. Aunque Basini es un estudiante más para todo el mundo (Törless incluido), lo cierto es que tiene algunas características que se van mostrando a lo largo de la película que lo delatan como un estudiante distinto. Podríamos pensar que la anécdota de la apuesta jugando a las cartas es una casualidad pero no lo es tanto. Cuando es humillado en el gimnasio leen una carta que le ha escrito su madre y que los otros estudiantes han robado amparados en que a estas alturas ya es de dominio público que Basini es un ladrón. En la carta se dan varios datos muy importantes. Primero que Basini es huérfano y segundo que la madre, debido a su condición de viuda, se ve obligada a restringirle el dinero que le puede dejar. Además es notorio que estos hechos, y el que vengan de una carta de su madre que ha sido robada, son muy importantes para Basini porque es la única vez que hace frente a las burlas que ha estado recibiendo e intenta cambiar su rol sumiso. Increpa y salta a por la carta pero lógicamente sin posibilidades. A esas alturas es objeto del desprecio de todos sus compañeros que además lo rodean y lo torturan en esa escena. Basini también vive en una especie de presente constante que va ligado a su falta de capacidad conceptual, él sólo busca sentirse bien. Si se sintió mal en el pasado ya no importa si en el presente se siente bien, y si se sintió bien en el pasado tampoco importa si en presente se está sintiendo mal. Este dejarse llevar por lo placentero (posible origen de un carácter tendente a las adicciones) hace que no sepa controlarse en la partida de cartas y apueste cantidades que no puede asumir. Quizás aquí tengamos un indicio de origen de ludopatía con esta tendencia. Muy posiblemente ser huérfano ha condicionado el carácter de Basini que es opuesto al de Törless en cuanto a la forma de enfrentar el sufrimiento, el primero se deja llevar esperando tiempos mejores pero el segundo hace distinciones morales y conforma su concepción del mundo conforme a la miseria que contempla. Esta antítesis queda remarcada en la escena en que Törless, después de asistir a las torturas que le hacen a Basini, decide hablar con él en privado para intentar comprender cómo soporta hechos tan graves.“Cuando te escupen, cuando te hacen ladrar. ¿Qué piensas? ¿No se rompe la imagen que tienes de ti mismo? ¿No se rompe algo?” le dice un desesperado Törless a Basini. Pero Basini no tiene respuestas, simplemente procura estar bien sin hacer distinciones conceptuales. Responde que en un momento hay dolor y luego no lo hay, no existe nada más para él. Esta carencia de capacidad de valoración de los hechos hace que también pueda ser un ladrón sin que ello suponga nada. Simplemente lo hizo porque lo necesitaba. No le cambió nada ni le supuso nada como persona. Vive en un presente continuo.Beineberg, además de Törless, es posiblemente de lo más interesante en cuanto a personajes en la película. Es un verdadero sádico que llega a la historia después de que Basini ha comenzado su espiral de tortura, así que sólo debe dejarse llevar por la marea para dar rienda suelta a sus instintos más básicos. Como sádico que es Beineberg funciona en cuanto puede someter a alguien. El sadismo es una simbiosis patológica en la que a través de una relación de dominación se obtiene placer y significado. Significado de la existencia es precisamente lo que también busca Törless y esto que lo une a Beineberg. Törless queda perplejo en la clase de matemáticas frente a la existencia de los números imaginarios, unos números que no existen y que, sin embargo, mediante los cuales se pueden hacer operaciones matemáticas que den como resultado la construcción de un puente real. Aunque las inquietudes de Törless no quedan satisfechas por las conformistas explicaciones de su profesor, que en lugar de intentar explicar las matemáticas las declara como un acto de fe o un sentimiento que debemos asumir sin más, éstas sí que tienen eco en Beineberg que se solidariza con Törless en su inquietud y responde con desprecio hacia las respuestas de los decrépitos estamentos que representa el profesor. Beineberg también busca un sentido a su existencia como Törless pero la diferencia es que él intenta resolverlo mediante la violencia y Törless mediante el pensamiento. Para alcanzar el grado de sadismo tan alto que tiene Beineberg a tan pronta edad hay que recibir mucho odio y ese odio deja vacía a la persona receptora. El resultado es que el vacío de Beineberg le acarrea falta de sentido de su existencia y para resolverlo opta por dar rienda suelta a toda la rabia que lleva dentro a través de la dominación de Basini. Evidentemente en Beineberg está representada una ideología similar la época nazi de la Alemania de Hitler. El desprecio por los débiles, el menosprecio de los sentimientos “bajos”, o incluso el intentar extraer el significado de la vida diseccionándola. La vida no se comprende por tijeretazos, pero en la Alemania nazi había tanto rencor por la situación social del momento como en la cabeza de Beineberg y en ambos había una necesidad de formar una ideología que justificase la existencia debido al vacío existente por tanta rabia acumulada. Después de todo no son tan distintos los experimentos “científicos” nazis y el afán “didáctico” de Beineberg respecto a Basini. Beineberg: "Quiero sacar experiencia de esto”. “Lo que pretendo es pura ascética. Para elevarnos por encima del mundo debemos matar lo que nos convierte en esclavos de la vida. Los sentimientos por ejemplo. […] La compasión es un sentimiento superfluo en este caso. Un despilfarro de la fuerza vital. Mataré en mí esos sentimientos superfluos” Beineberg: "Se ha acostumbrado a obedecernos y ya no le importa. Debemos ir más allá. Törless: ¿Humillarle aun más? B: Saber hasta dónde podemos llegar.(este último fragmento corresponde a lo que se ve en el siguiente estracto de la película)
B: ¿Recuerdas la conversación sobre los números imaginarios? Esto nos ayudará a traspasar los límites de nuestra mente. […] Esa fuerza que mantiene la lógica a pesar de todas las lagunas es lo que yo llamo el alma. Y quiero hacer salir a luz el alma de Basini”.
Finalmente Törless escapa del internado después de que Basini es torturado por toda la clase. Su sentimiento de asco es tan grande que esta vez no puede terminar con la situación, como en la escena en que mata un ratón moribundo que estaba siendo torturado por sus compañeros. Ahora sale corriendo angustiado por lo que ve. Cuando declara frente al consejo escolar expone lo que ha supuesto para él la experiencia de lo que le ha ocurrido a Basini. “Basini era un alumno corriente, una persona normal. Y de repente cayó. […] Tuve que reconocer que el ser humano no ha sido creado bueno o malo. Cambiamos permanentemente. Sólo existimos en nuestros actos. Pero si podemos convertirnos tanto en torturadores como en animal sacrificado todo es posible. Entonces las cosas más terribles son posibles. No existe un mundo bueno y uno malo. Uno es continuación de otro y las personas normales pueden realizar barbaridades.” El problema de la existencia del mal y la desconfianza respecto a un mundo que no conoce ya han que anidados en el cerebro del adolescente Törless.
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