Estos días he tenido tiempo para poder ver una entrevista que tenía archivada hace mucho. La entrevista corresponde al programa “A fondo” de televisión española y fue hecha en 1977 por Joaquín Soler Serrano a Julio Cortázar.
Nada más conectar el reproductor quise mirar la duración que tenía y sorprendido vi que rondaba las dos horas. Ojeando por encima parecía que no había trampa ni cartón, todo era entrevista seria sin nada de cortes o reportajes extraños. Aunque generalmente no soy demasiado amigo de andar viendo entrevistas o leyendo biografías esta vez el sofá me llamaba y me pareció que era lo más interesante que tenía a mano para ver.
La entrevista además de larga era razonablemente densa. Como el propio Cortázar dice en ella, las entrevistas dependen mucho de la habilidad del entrevistador para poder llevar las preguntas por buen camino y cuando menos en esta Joaquín Soler sabe hacer unas preguntas con un mínimo de inteligencia para que Cortázar pueda hacer unas respuestas con contenido respondiendo a preguntas biográficas y bibliográficas sin que se llegue al esquema de tu-pregunta-lo-que-quieras-que-yo-respondo-sobre-lo-que-me-apetezca.
Lo que más me ha llamado la atención es algo que debería de ser obvio, la coherencia entre su trabajo y la personalidad. Es decir, si viese a varias personas hablando y tuviese que decantarme por encontrar sin conocer al autor de sus libros entre ellos tendría probabilidades de encontrarlo (al menos si no me lo pusiesen muy difícil).
Ese día me dio por disfrutar especialmente con el comentario que hace de su dualidad en cuanto a su necesidad de aislarse de los demás o de lo demás y su carácter solitario. Habla de un Jekyll y de un Hyde que por un lado le dicen que debe aislarse para poder seguir indagando en lo que lleva dentro de él y por otro como persona le obligan a relacionarse con los demás.
Un detalle gracioso es como Joaquín cuenta el “asedio” que tuvo que hacerle a Cortázar para poder llevarlo al programa. Persiguiéndolo mediante interlocuciones a través de varias ciudades hasta que finalmente consiguió su objetivo. Por un lado es elogiable y como espectador soy uno de los que se lo tienen que agradecer, y por otro lado revela mucho del desinterés de Julio por este tipo de cosas.
Donde Joaquín “falla” es al referirse a él como uno de los grandes escritores consagrados, que aunque evidentemente ya lo era en ese momento, en cuanto lo vi ya imaginé que alguien que había escrito Rayuela no iba a quedar muy feliz con esa descripción. Al instante Julio reprocha educadamente su disgusto con la calificación porque prefiere mantener un contacto genuino y directo con cualquier persona que comprenda realmente algún aspecto de su trabajo en lugar de ser una estatua egregia, petrificada y distante. Aún así no es cuestión de empañar el tono global de la entrevista que es bastante bueno. Aquí queda la entrevista completa.
Nada más conectar el reproductor quise mirar la duración que tenía y sorprendido vi que rondaba las dos horas. Ojeando por encima parecía que no había trampa ni cartón, todo era entrevista seria sin nada de cortes o reportajes extraños. Aunque generalmente no soy demasiado amigo de andar viendo entrevistas o leyendo biografías esta vez el sofá me llamaba y me pareció que era lo más interesante que tenía a mano para ver.
La entrevista además de larga era razonablemente densa. Como el propio Cortázar dice en ella, las entrevistas dependen mucho de la habilidad del entrevistador para poder llevar las preguntas por buen camino y cuando menos en esta Joaquín Soler sabe hacer unas preguntas con un mínimo de inteligencia para que Cortázar pueda hacer unas respuestas con contenido respondiendo a preguntas biográficas y bibliográficas sin que se llegue al esquema de tu-pregunta-lo-que-quieras-que-yo-respondo-sobre-lo-que-me-apetezca.
Lo que más me ha llamado la atención es algo que debería de ser obvio, la coherencia entre su trabajo y la personalidad. Es decir, si viese a varias personas hablando y tuviese que decantarme por encontrar sin conocer al autor de sus libros entre ellos tendría probabilidades de encontrarlo (al menos si no me lo pusiesen muy difícil).
Ese día me dio por disfrutar especialmente con el comentario que hace de su dualidad en cuanto a su necesidad de aislarse de los demás o de lo demás y su carácter solitario. Habla de un Jekyll y de un Hyde que por un lado le dicen que debe aislarse para poder seguir indagando en lo que lleva dentro de él y por otro como persona le obligan a relacionarse con los demás.
Un detalle gracioso es como Joaquín cuenta el “asedio” que tuvo que hacerle a Cortázar para poder llevarlo al programa. Persiguiéndolo mediante interlocuciones a través de varias ciudades hasta que finalmente consiguió su objetivo. Por un lado es elogiable y como espectador soy uno de los que se lo tienen que agradecer, y por otro lado revela mucho del desinterés de Julio por este tipo de cosas.
Donde Joaquín “falla” es al referirse a él como uno de los grandes escritores consagrados, que aunque evidentemente ya lo era en ese momento, en cuanto lo vi ya imaginé que alguien que había escrito Rayuela no iba a quedar muy feliz con esa descripción. Al instante Julio reprocha educadamente su disgusto con la calificación porque prefiere mantener un contacto genuino y directo con cualquier persona que comprenda realmente algún aspecto de su trabajo en lugar de ser una estatua egregia, petrificada y distante. Aún así no es cuestión de empañar el tono global de la entrevista que es bastante bueno. Aquí queda la entrevista completa.
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