He asistido a la presentación del libro “Postpoesía” por parte de su autor, Agustín Fernández Mallo. Sin entrar a valorar su obra, que por otra parte confieso que apenas he leído, me creo con el derecho a exponer una opinión sobre un par de temas que allí se han expuesto ya que resulta evidente que hay aspectos que simplificados de este modo terminan haciéndose absurdos.
Comienzo por lo que denominaré “teoría del impacto” y que se refiere a lo que Mallo entiende por cosas que producen impacto. Aunque para hablar de algo lo primero es tener claras las definiciones (al modo de la exigencia socrática) lo cierto es que Agustín propugnó su propia idea de lo que es impacto pese a que también dijo que habría que discutir lo que se debe de entender por impacto. Utilizando la ilustración de la portada de su libro, en la que aparecen confrontados dos jugadores de fútbol, Mallo aprovecha para explicar su concepción del impacto. El impacto es para él algo que influye en mucha gente (por ejemplo el fútbol) por el camino que sea, con lo que, según él mismo citó, un libro que no llegue a un público de masas no produce impacto. En ese momento tuvo una réplica por parte de un director de cine que estimaba que lo que produce de verdad impacto es el libro y no un espectáculo deportivo. Mi opinión es la misma que la de este hombre que replicaba y la argumentación es muy simple. Un libro puede influir en la humanidad de las personas, mientras que el fútbol no. Agustín, en cambio, prefirió mantenerse en la idea de que si algo llega a más gente eso terminará teniendo una mayor “impacto”.
Otro punto es el llamado por Mallo “falocentrismo”, en el que pretende incluir a una supuesta serie de literatos empeñados en mantener la rigidez tradicional a costa de negar otros caminos distintos para la expresión poética. Bien, esto que pretende describir Mallo es algo que pasa en todos gremios intelectuales y/o artísticos (viendo que forma parte de el esquema de "premios" quizás él mismo se lo podría aplicar también) y que él confunde. Una cosa es que los compañeros del gremio te marginen o te fastidien y otra distinta es pensar que lo que se queda en una estructura poética tradicional olvidando buscar otros caminos más inhabituales es ya “negativo” o “limitado”. Agustín, al igual que su presentador (José Vidal Valicourt), se empeñaron en remarcar que lo que se debe de expresar poéticamente tiene que ser capaz de englobar toda posibilidad porque eso refleja lo que es la sociedad hoy en día. Bien, en realidad, eso es lo que refleja “su visión” de lo que es hoy en día la poesía, pero su visión no significa que la de los demás vaya también por el mismo camino. Es evidente que ha caído en el viejo error de confundir lo que es su percepción de la realidad con lo que es la realidad en sí, pretendiendo que los demás asuman lo que él percibe como lo cierto.
Ni voy a dudar de lo genuino del esfuerzo de Agustín o del valor de su trabajo, pero hay errores graves que van más allá de lo que es tener una opinión u otra y que se podrían resumir en algunos de los errores típicos de los artistas. Justificar el estado de cosas mediante el sentimiento, hacerse un mundo conforme a ellas y luego demonizar al que no se ciñe a ese patrón. Este director, que educadamente estaba haciendo unas preguntas, ocasionó que Agustín terminase por disgustarse y cortase por lo sano denominándolo como “falocéntrico” y zanjando el tema cuando quiso sin realmente replicar con razones. La situación pudo con la persona.
Comienzo por lo que denominaré “teoría del impacto” y que se refiere a lo que Mallo entiende por cosas que producen impacto. Aunque para hablar de algo lo primero es tener claras las definiciones (al modo de la exigencia socrática) lo cierto es que Agustín propugnó su propia idea de lo que es impacto pese a que también dijo que habría que discutir lo que se debe de entender por impacto. Utilizando la ilustración de la portada de su libro, en la que aparecen confrontados dos jugadores de fútbol, Mallo aprovecha para explicar su concepción del impacto. El impacto es para él algo que influye en mucha gente (por ejemplo el fútbol) por el camino que sea, con lo que, según él mismo citó, un libro que no llegue a un público de masas no produce impacto. En ese momento tuvo una réplica por parte de un director de cine que estimaba que lo que produce de verdad impacto es el libro y no un espectáculo deportivo. Mi opinión es la misma que la de este hombre que replicaba y la argumentación es muy simple. Un libro puede influir en la humanidad de las personas, mientras que el fútbol no. Agustín, en cambio, prefirió mantenerse en la idea de que si algo llega a más gente eso terminará teniendo una mayor “impacto”.
Otro punto es el llamado por Mallo “falocentrismo”, en el que pretende incluir a una supuesta serie de literatos empeñados en mantener la rigidez tradicional a costa de negar otros caminos distintos para la expresión poética. Bien, esto que pretende describir Mallo es algo que pasa en todos gremios intelectuales y/o artísticos (viendo que forma parte de el esquema de "premios" quizás él mismo se lo podría aplicar también) y que él confunde. Una cosa es que los compañeros del gremio te marginen o te fastidien y otra distinta es pensar que lo que se queda en una estructura poética tradicional olvidando buscar otros caminos más inhabituales es ya “negativo” o “limitado”. Agustín, al igual que su presentador (José Vidal Valicourt), se empeñaron en remarcar que lo que se debe de expresar poéticamente tiene que ser capaz de englobar toda posibilidad porque eso refleja lo que es la sociedad hoy en día. Bien, en realidad, eso es lo que refleja “su visión” de lo que es hoy en día la poesía, pero su visión no significa que la de los demás vaya también por el mismo camino. Es evidente que ha caído en el viejo error de confundir lo que es su percepción de la realidad con lo que es la realidad en sí, pretendiendo que los demás asuman lo que él percibe como lo cierto.
Ni voy a dudar de lo genuino del esfuerzo de Agustín o del valor de su trabajo, pero hay errores graves que van más allá de lo que es tener una opinión u otra y que se podrían resumir en algunos de los errores típicos de los artistas. Justificar el estado de cosas mediante el sentimiento, hacerse un mundo conforme a ellas y luego demonizar al que no se ciñe a ese patrón. Este director, que educadamente estaba haciendo unas preguntas, ocasionó que Agustín terminase por disgustarse y cortase por lo sano denominándolo como “falocéntrico” y zanjando el tema cuando quiso sin realmente replicar con razones. La situación pudo con la persona.
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