Supe quién era Meg Tilly hace un montón de años, en una tarde completamente aburrida que había terminado conmigo tirado en el sofá. Después de un buen rato ya estaba en estado de somnolencia y me servía cualquier programa que diesen por la televisión para mantenerme mínimamente despierto. Luego de un rato probando canales me decidí por la típica película que parece insulsa y hecha expresamente para televisión. La película ya había empezado cuando comencé a verla y no parecía nada del otro mundo. Un argumento “resultón” para mantener algo enganchado al espectador y poco más. Al menos esa fue mi impresión. Prefiero no valorar mucho la película porque entre otras cosas apenas sé de cine y en circunstancias así lo mejor es cerrar la boca. Dejémoslo en que la película me resultó aquel día casi tan somnolienta como la modorra que tenía encima. Entre giro y giro en el sofá comencé a darme cuenta que en la película había algo sorprendente, la actriz que la protagonizaba no era la típica actriz insulsa de película insulsa. En un primer instante me quedé pensativo, luego abrí más lo ojos y finalmente terminé sentándome (que en mi escala de valores es una gran cosa). Efectivamente delante de mí tenía oro puro de sabe Dios cuantos quilates. Por supuesto para el final de “Impulso”, que así se llamaba la película, ya estaba a medio metro del televisor fijándome a ver si podía ver los créditos. Y tuve suerte.Desde entonces he procurado ir dando una ojeada a ver en qué trabaja Meg. Una buena ayuda desde hace años fue la página de ´Doc´(. Afortunadamente el hombre sigue al pie del cañón y después de tantos años parece que ha conseguido hablar con la Meg Tilly real. Lo que se dice un verdadero fan. Ahora Meg ya no actúa, se dedica principalmente a escribir y a su familia. Justamente es con el pretexto de una firma de libros publicitaria con lo que ´Doc´ se acercó a ella. Lo que me interesa especialmente es lo referente a la publicación de este nuevo libro de Meg, “Gemma”. Según parece sigue las mismas trazas de su primer libro “Singing songs” que trata sobre una familia destrozada debido a abusos físicos y sexuales, con punto de vista de la niña incluido (al igual que la segunda novela). La novedad llega en que según citan los medios esta vez Meg ha confesado que la primera novela no es tanta ficción como había dicho en el momento de la publicación, sino que resulta bastante biográfica. Y no se ha quedado aquí, parece ser que también ha “confesado” que ella misma sufrió abusos en su infancia que son los que han inspirado su segunda novela “Gemma”. Generalmente tengo un completo desinterés por leer biografías de nadie, si me interesa algo me interesa su trabajo, pero en este caso uno siempre se anda preguntando qué le habrá pasado en la vida a esta chica para resplandecer de esa forma. Finalmente a los cuarenta y siete años parece que ha salido de cuentas con el resto de la humanidad. Desde un punto de vista psicoanalítico ya sabemos que, entre otras cosas, este tipo de hechos suelen provocar en las víctimas culpa y vergüenza. Así queda fácilmente explicado que no lo haya ido contando a los cuatro vientos, como suele ser habitual en estos casos. Aún así no deja de ser una decisión valiente porque salta esta barrera de vergüenza que acabo de comentar. Además una buena forma de solucionar este tipo de problemas es expresándolos, como dice la propia palabra ex-presar: dejar de estar preso, liberar. Después de todo ya se suele decir que los grandes hombres son los que cumplen de mayores los sueños que tenían de niños y parece que Meg ha escogido un camino parecido al de Toni Morrison, que en “The bluest eye” hace contar en boca de una niña negra sus penurias y su visión de la vida.
Si soy sincero conmigo mismo no me debería de sorprender gran cosa todo esto porque es una historia vista mil veces, pero no deja de ser como encontrar el meollo de algo. Da su satisfacción conocerlo.
Si soy sincero conmigo mismo no me debería de sorprender gran cosa todo esto porque es una historia vista mil veces, pero no deja de ser como encontrar el meollo de algo. Da su satisfacción conocerlo.
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