Hace años, mientras hacía la lectura de la novela de Ernesto Sábato “Sobre héroes y tumbas”, pude ver el film de Roger Donaldson “White Sands” (“Arenas blancas”). Ambos quedaron entrelazados en mi cabeza formando parte de un mismo todo. Una forma de enunciar algo que atisbaba pero que hasta ese momento no estaba elaborado.
Ese todo no era otra cosa más que el reverso de la moneda. Porque de la misma forma que una moneda no existe únicamente por una de sus caras tampoco se puede contemplar la existencia eludiendo el mal. Muchas veces he pensado que son caminos distintos para un problema similar. Es decir, una vez afrontamos que hay un problema está la posibilidad de seguir por uno de esos dos caminos. En ambos hay un intento por superar el problema pero varía la consideración que se hace y por lo tanto las formas de solucionarlo. El propio Fernando Vidal Olmos puede describir esto en el capítulo XIII del “informe sobre ciegos”:
“Me considero un canalla y no tengo el menor respeto por mi persona. Soy un individuo que ha profundizado en su propia conciencia ¿y quién que ahonde en los pliegues de su conciencia puede respetarse?”
“Al menos me considero honesto, pues no me engaño sobre mí mismo ni intento engañar a los demás.”
“Soy un investigador del Mal ¿y cómo podría investigarse el Mal sin hundirse hasta el cuello en la basura? Me dirán ustedes que al parecer yo he encontrado un vivo placer en hacerlo, en lugar de la indignación o del asco que debería sentir un auténtico investigador que se ve forzado a hacerlo por desagradable obligación. También es cierto y lo reconozco paladinamente. ¿Ven qué honrado que soy? Yo no he dicho en ningún momento que sea un buen sujeto: he dicho que soy un investigador del Mal, lo que es muy distinto. Y he reconocido además, que soy un canalla. ¿Qué más pueden pretender de mí? Un canalla insigne, eso sí. Y orgulloso de no pertenecer a esa clase de fariseos que son tan ruines como yo pero que pretenden ser honorables individuos, pilares de la sociedad, correctos caballeros, eminentes ciudadanos a cuyos entierros va una enorme cantidad de gente y cuyas crónicas aparecen luego en los diarios serios.”
O cuando le contesta a Norma en el capítulo XI: “Abra usted la historia de Oncken por cualquier página y no encontrará más que guerras, degüellos, conspiraciones, torturas, golpes de estado e inquisiciones. Además, si prevalece siempre el bien ¿por qué hay que predicarlo? Si por su naturaleza el hombre no estuviera inclinado a hacer el mal ¿por qué se lo proscribe, se lo estigmatiza, etc.? Fíjese: las religiones más altas predican el bien. Más todavía: dictan mandamientos, que exigen no fornicar, no matar, no robar. Hay que mandarlo. Y el poder del mal es tan grande y retorcido que se utiliza hasta para recomendar el bien: si no hacemos tal y tal cosa nos amenazan con el infierno.
—Entonces —gritó la señorita González Iturrat— según usted hay que predicar el mal.
—Yo no he dicho eso, señorita. Lo que pasa es que usted se ha excitado mucho y ya no me escucha. El mal no hay que predicarlo: viene solo.”
Aunque Gorman Lennox y Fernando Vidal Olmos tienen sus particularidades lo que les une es su convicción en que es el mal el que reina y ser honesto consiste en seguir ese camino. Después de asesinar por la espalda a dos hombres Gorman enuncia su credo:“This is about confussion. This is about creating enemies where there are any. [..] Peace reigns, freedom reigns, democracy rules. How we gonna keep military industry complex? […] My job is to make sure the other side keeps on fighting, wherever side I mean wherever side”. (Esto es sobre confusión. Esto es sobre crear enemigos dónde no los hay. La paz reina, la libertad reina, la democracia manda. ¿Cómo vamos a mantener la industria militar? Mi trabajo es estar fijo de que la otra parte sigue luchando, cualquier parte.)
Y por su puesto el problema del mal acaba llevando a los razonamientos sobre la existencia o la situación de Dios, ese es el camino que sigue Fernando Vidal Olmos:
“Después me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1.° Dios no existe.
2.° Dios existe y es un canalla.
3.° Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.° Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.° Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6.° Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
7.° Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
Yo no he inventado todas estas posibilidades, aunque por aquel entonces así lo creía; más tarde, verifiqué que algunas habían constituido tenaces convicciones de los hombres, sobre todo la hipótesis del Demonio triunfante.”” Mi conclusión es obvia: sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas.”.
Uno de los detalles reveladores de Fernando Vidal (y que algunas fuentes atribuyen también a algo que el propio Sábato hacia de niño) es que de niño pinchaba en los ojos a los pájaros para ver como se retorcían dando bandazos a ciegas hasta la muerte. Aunque este suceso tiene muchas significaciones (por ejemplo el tema de los ciegos o el sentido psicoanalítico de los pájaros en Sábato), me interesa resaltarlo porque también es una revelación del camino que se escoge. ¿Hay interés por saber lo que significa el sufrimiento?, pues en lugar de comprenderlo artísticamente o intelectualmente se usa este otro camino. Una especie de razón deshumanizada que a base de intentar buscar una honestidad máxima llega a los límites más macabros. El problema fundamental quizás sea este ¿Qué camino escoger? Como muchas otras veces los problemas racionales se acaban reduciendo a una cuestión de fe. Como el propio Fernando Vidal responde a Norma:”Señorita: si Dios es omnipotente, ¿qué le cuesta crear el mundo en seis días y distribuir algunos esqueletos de megaterios por ahí para poner a prueba la fe o la estupidez de los hombres?”
Ese todo no era otra cosa más que el reverso de la moneda. Porque de la misma forma que una moneda no existe únicamente por una de sus caras tampoco se puede contemplar la existencia eludiendo el mal. Muchas veces he pensado que son caminos distintos para un problema similar. Es decir, una vez afrontamos que hay un problema está la posibilidad de seguir por uno de esos dos caminos. En ambos hay un intento por superar el problema pero varía la consideración que se hace y por lo tanto las formas de solucionarlo. El propio Fernando Vidal Olmos puede describir esto en el capítulo XIII del “informe sobre ciegos”:
“Me considero un canalla y no tengo el menor respeto por mi persona. Soy un individuo que ha profundizado en su propia conciencia ¿y quién que ahonde en los pliegues de su conciencia puede respetarse?”
“Al menos me considero honesto, pues no me engaño sobre mí mismo ni intento engañar a los demás.”
“Soy un investigador del Mal ¿y cómo podría investigarse el Mal sin hundirse hasta el cuello en la basura? Me dirán ustedes que al parecer yo he encontrado un vivo placer en hacerlo, en lugar de la indignación o del asco que debería sentir un auténtico investigador que se ve forzado a hacerlo por desagradable obligación. También es cierto y lo reconozco paladinamente. ¿Ven qué honrado que soy? Yo no he dicho en ningún momento que sea un buen sujeto: he dicho que soy un investigador del Mal, lo que es muy distinto. Y he reconocido además, que soy un canalla. ¿Qué más pueden pretender de mí? Un canalla insigne, eso sí. Y orgulloso de no pertenecer a esa clase de fariseos que son tan ruines como yo pero que pretenden ser honorables individuos, pilares de la sociedad, correctos caballeros, eminentes ciudadanos a cuyos entierros va una enorme cantidad de gente y cuyas crónicas aparecen luego en los diarios serios.”
O cuando le contesta a Norma en el capítulo XI: “Abra usted la historia de Oncken por cualquier página y no encontrará más que guerras, degüellos, conspiraciones, torturas, golpes de estado e inquisiciones. Además, si prevalece siempre el bien ¿por qué hay que predicarlo? Si por su naturaleza el hombre no estuviera inclinado a hacer el mal ¿por qué se lo proscribe, se lo estigmatiza, etc.? Fíjese: las religiones más altas predican el bien. Más todavía: dictan mandamientos, que exigen no fornicar, no matar, no robar. Hay que mandarlo. Y el poder del mal es tan grande y retorcido que se utiliza hasta para recomendar el bien: si no hacemos tal y tal cosa nos amenazan con el infierno.
—Entonces —gritó la señorita González Iturrat— según usted hay que predicar el mal.
—Yo no he dicho eso, señorita. Lo que pasa es que usted se ha excitado mucho y ya no me escucha. El mal no hay que predicarlo: viene solo.”
Aunque Gorman Lennox y Fernando Vidal Olmos tienen sus particularidades lo que les une es su convicción en que es el mal el que reina y ser honesto consiste en seguir ese camino. Después de asesinar por la espalda a dos hombres Gorman enuncia su credo:“This is about confussion. This is about creating enemies where there are any. [..] Peace reigns, freedom reigns, democracy rules. How we gonna keep military industry complex? […] My job is to make sure the other side keeps on fighting, wherever side I mean wherever side”. (Esto es sobre confusión. Esto es sobre crear enemigos dónde no los hay. La paz reina, la libertad reina, la democracia manda. ¿Cómo vamos a mantener la industria militar? Mi trabajo es estar fijo de que la otra parte sigue luchando, cualquier parte.)
Y por su puesto el problema del mal acaba llevando a los razonamientos sobre la existencia o la situación de Dios, ese es el camino que sigue Fernando Vidal Olmos:
“Después me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1.° Dios no existe.
2.° Dios existe y es un canalla.
3.° Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.° Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.° Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6.° Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
7.° Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
Yo no he inventado todas estas posibilidades, aunque por aquel entonces así lo creía; más tarde, verifiqué que algunas habían constituido tenaces convicciones de los hombres, sobre todo la hipótesis del Demonio triunfante.”” Mi conclusión es obvia: sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas.”.
Uno de los detalles reveladores de Fernando Vidal (y que algunas fuentes atribuyen también a algo que el propio Sábato hacia de niño) es que de niño pinchaba en los ojos a los pájaros para ver como se retorcían dando bandazos a ciegas hasta la muerte. Aunque este suceso tiene muchas significaciones (por ejemplo el tema de los ciegos o el sentido psicoanalítico de los pájaros en Sábato), me interesa resaltarlo porque también es una revelación del camino que se escoge. ¿Hay interés por saber lo que significa el sufrimiento?, pues en lugar de comprenderlo artísticamente o intelectualmente se usa este otro camino. Una especie de razón deshumanizada que a base de intentar buscar una honestidad máxima llega a los límites más macabros. El problema fundamental quizás sea este ¿Qué camino escoger? Como muchas otras veces los problemas racionales se acaban reduciendo a una cuestión de fe. Como el propio Fernando Vidal responde a Norma:”Señorita: si Dios es omnipotente, ¿qué le cuesta crear el mundo en seis días y distribuir algunos esqueletos de megaterios por ahí para poner a prueba la fe o la estupidez de los hombres?”
2 comentarios:
Vaya con el niño Sábato, no me dan ganas de leerlo, francamente...La última frase, la de Fernando Vidal, me parece muy buena. Tu fijación con Mickey Rourke veo que va en serio... Yo lo más bonito que le he dicho a este tipo es: "Sal del medio que no me dejas ver a la Basinger!"
Saludos
Sí. Es curioso que gente de lo más tranquila como Sabato lleve en su interior al peor asesino. Afortunadamente únicamente lo exterioriza en el papel.
Con Mickey es curioso. Cuando vi nueve semanas y media no me llamó la atención para nada. En cambio con el tiempo creo que he ido comprendiendo la progresión que ha llevado y pude ver la película con otros ojos.
Saludos
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