Hoy en día se usa con poco rigor el término libertad. Por ejemplo se habla de “libertad de prensa”, pero eso puede ser tergiversado al ser utilizado como una pantalla para que “persuasores ocultos” o grupos de poder económico ejerzan su manipulación sobre la información y así mantenernos en la ilusión de que vivimos en un ambiente de libertad.
Para la mayoría de los filósofos el término “libertad” representa la capacidad de elegir libremente entre dos opciones, o “liberación” como capacidad de liberarse de las pasiones irracionales. Surge aquí la “libertad positiva” que consiste en la actividad espontánea de la personalidad total integrada. Por lo tanto hay que eliminar la distancia entre naturaleza y razón. Para ilustrar esto tenemos un ejemplo claro de gente que espontáneamente se realiza como persona, los artistas. Ellos no han sometido sus impulsos al dominio de la razón, si no que les han dado salida de una forma creativa. Otro ejemplo son los niños que dicen lo que sienten sin restricciones, por eso originan atracción sobre tanta gente.
El mito de la caverna de Platón es una buena base para conocer el lugar del que partimos. Desde aquí nuestro objetivo es conseguir la libertad ya que es algo que se adquiere, no que se tiene de por sí. Por este motivo sólo los entusiastas pueden ser libres, porque creen en la vida, así que esto nos obliga a superar el sufrimiento y la pasividad para poder realizarnos como personas. En cambio, las “filosofías utilitaristas” buscan deformarnos la realidad. Buscan que nos afanemos en “tener”, y no en “ser”. Esto viene ayudado porque el “modo del tener” es más atractivo y fácil a primera vista y hasta puede parecer más real.
El trabajo, como actividad no alienada, es un elemento clave que nos permite unirnos con la naturaleza a través de nuestra creación. El trabajo nos hace crecer porque el yo se hace fuerte en la medida que es activo. En el trabajo hacemos las cosas nuestras no por usarlas, sino porque estamos genuinamente vinculados a lo que producimos o con lo que nos relacionamos. La importancia del trabajo se desplaza entonces hacia la actividad en sí, y no hacia los resultados. Lo que subyace a estas alturas es que sólo existe un significado de la vida y es el acto mismo de vivirla.
El sentido de la vida, por la contra, se alcanza con la trascendencia. Salimos de nosotros para darnos a los demás y esto nos realiza como personas. Ortega podría representar esto con la frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.”. Y para poder llegar a los demás también es necesario “llegar a uno mismo”. En la medida que nos conocemos podemos conocer a los demás, en la medida en que nos queremos (amor propio) también podemos querer a los demás.
Para la mayoría de los filósofos el término “libertad” representa la capacidad de elegir libremente entre dos opciones, o “liberación” como capacidad de liberarse de las pasiones irracionales. Surge aquí la “libertad positiva” que consiste en la actividad espontánea de la personalidad total integrada. Por lo tanto hay que eliminar la distancia entre naturaleza y razón. Para ilustrar esto tenemos un ejemplo claro de gente que espontáneamente se realiza como persona, los artistas. Ellos no han sometido sus impulsos al dominio de la razón, si no que les han dado salida de una forma creativa. Otro ejemplo son los niños que dicen lo que sienten sin restricciones, por eso originan atracción sobre tanta gente.
El mito de la caverna de Platón es una buena base para conocer el lugar del que partimos. Desde aquí nuestro objetivo es conseguir la libertad ya que es algo que se adquiere, no que se tiene de por sí. Por este motivo sólo los entusiastas pueden ser libres, porque creen en la vida, así que esto nos obliga a superar el sufrimiento y la pasividad para poder realizarnos como personas. En cambio, las “filosofías utilitaristas” buscan deformarnos la realidad. Buscan que nos afanemos en “tener”, y no en “ser”. Esto viene ayudado porque el “modo del tener” es más atractivo y fácil a primera vista y hasta puede parecer más real.
El trabajo, como actividad no alienada, es un elemento clave que nos permite unirnos con la naturaleza a través de nuestra creación. El trabajo nos hace crecer porque el yo se hace fuerte en la medida que es activo. En el trabajo hacemos las cosas nuestras no por usarlas, sino porque estamos genuinamente vinculados a lo que producimos o con lo que nos relacionamos. La importancia del trabajo se desplaza entonces hacia la actividad en sí, y no hacia los resultados. Lo que subyace a estas alturas es que sólo existe un significado de la vida y es el acto mismo de vivirla.
El sentido de la vida, por la contra, se alcanza con la trascendencia. Salimos de nosotros para darnos a los demás y esto nos realiza como personas. Ortega podría representar esto con la frase “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.”. Y para poder llegar a los demás también es necesario “llegar a uno mismo”. En la medida que nos conocemos podemos conocer a los demás, en la medida en que nos queremos (amor propio) también podemos querer a los demás.
2 comentarios:
Te he visto seguidor en mi blog y me he acercado a tus trabajos. Y trabajas mucho, pero yo me he detenido en esta reflexión sobre la libertad. Sólo porque somos libres podemos volvernos sobre nosotros mismos y reflexionar.Una piedra no lo puede hacer...
Pero esa" libertad de ser "se tiene que acompañar de la libertad que conquistamos día a día cuando decidimos, cuando actuamos, y cuando descubrimos que sólo somos libres cuando hacemos el BIEN, y que lo hacemos porque queremos.
No todos los actos libres nos llevan por el camino de la trascendencia. Y cuando no vamos por ese camino nos equivocamos, hemos malgastado la libertad...
Un saludo con mi afecto. Y gracias por todo lo que nos ofreces
Hola Carmen.
El tema de la libertad es apasionante. A mí me interesa especialmente como escapatoria de la causalidad. En un universo decidido por una continuidad causa-efecto (Schopenhauer) poder encontrar un resquicio en el que no seamos víctimas o una simple consecuencia de algo que no hemos originado supone un desafío apasionante.
Un saludo afectuoso y gracias por tu amabilidad.
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